miércoles, 20 de abril de 2016

Improvisando por Austria (2ª Parte)



Al día siguiente, me di cuenta de que no podría haber tomado una decisión mejor. De nuevo la niebla a juego con los primeras hojas amarillentas del otoño, los adoquines húmedos y la paz del domingo por la mañana. Recuerdo ese paseo a paso lento en un entorno de postal:

El río…



Las torres de las iglesias entre casitas de tejados a dos aguas…




Las fachadas de trampantojo…



Sin embargo, lo mejor aún estaba por llegar. Me voy introduciendo en la región de los lagos a descubrir esos encantadores pueblecitos construidos a sus orillas como Gmunden y Ebensee, donde realmente parece que se ha parado el tiempo:





Dicen que lo bueno se hace esperar. Siguiendo hacia el sur, y con la antesala de Bad Goisern…



… llegué hasta la guinda del pastel que llevaba dos días cocinando:



Hallstatt. Una auténtica joya escondida que hasta hace poco más de 100 años sólo era accesible por barco. Así es como me imaginaba los cuentos cuando era un crío. Un conjunto de casas tradicionales de madera, encajadas entre una ladera y el agua. Un lago abrazado por empinadas montañas y un vigilante castillo. Plazas que parecen, literalmente, de dibujos animados. Una sensación de estar en otro mundo, lejos de todo…



De nuevo se me echa la noche encima, esta vez sentado en un banco a la orilla del lago y empapándome del paisaje abrumador, muy difícil de igualar. Sólo en el momento en el que considero que ya tengo las pilas cargadas a tope, tomo el camino de vuelta a casa. Que mañana hay que trabajar.


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