El domingo por la mañana seguimos la ruta con la idea de
encontrarnos con uno de los recintos amurallados más importantes de toda
Europa… Y una vez que subimos los escalones de los Cuatro Postes y vemos Ávila
desde lo alto, nos damos cuenta de lo acertados que estábamos. Sus calles son
todo un viaje en el tiempo envuelto en ese velo de misticismo que le dio Santa
Teresa.
De nuevo buscamos transformar una pesada etapa de transición
por carretera hasta Toledo en un atractivo más para nuestro viaje. Descartamos
la gris ruta por autopistas vía Madrid y nos lanzamos a la Carretera Nacional N-403.
Esta carretera nos regala un paisaje montañoso plagado de berrocales primero y
de dehesas después, separados por el Embalse del Burguillo.
Pero aún hay más. En
nuestro camino nos encontramos con uno de los centros de la mitología
celtíbera, los Toros de Guisando, lugar que además fue el escenario del
nombramiento de Isabel la Católica como heredera a la corona de Castilla. La
apuesta no podría haber salido mejor, ya que nos llevamos una dosis de paisaje,
historia y misterio por el mismo precio.
Y por fin… llegamos a la Ciudad de las Tres Culturas,
nuestra última parada. No hay mejor carta de presentación de Toledo que bordear
el Tajo y observarla desde la distancia. Si conseguimos hacernos una pequeña
idea de toda la historia que encierra ese entramado de calles, podemos
sentirnos más que satisfechos. Ya con el pie en tierra, cruzamos el Puente de
Alcántara, escalamos a la Plaza Zocodover y desde ahí tratamos de seguir una
línea lo más recta posible para no perdernos la Catedral, Santo Tomé y el
barrio judío con sus sinagogas.
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Panorámica de Toledo |
En resumen, ha sido una primera salida del año más que productiva. Un viaje de dos días que nos ha permitido conocer un pedacito más del gran patrimonio cultural que tenemos el privilegio de tener en nuestro país.
Tiempo de deshacer la maleta, esperando que no pase mucho tiempo vacía.
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Atardecer en La Mancha |
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